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24 ene 2010

Relatos cortos de autores anónimos...



EL CAMELLO ATADO:

Una caravana que iba por el desierto se detuvo cuando empezaba a caer la noche.

Un muchacho, encargado de atar a los camellos, se dirigió al guía y le dijo:

-Señor, tenemos un problema. Hay que atar a veinte camellos y sólo tengo diecinueve cuerdas. ¿Qué hago?

-Bueno -dijo el guía-, en realidad los camellos no son muy lúcidos. Ve donde está el camello sin cuerda y haz como que lo atas. El se va a creer que lo estás atando y se va a quedar quieto.

El muchacho así lo hizo. A la mañana siguiente, cuando la caravana se puso en marcha, todos los camellos avanzaron en fila. Todos menos uno.

-Señor, hay un camello que no sigue a la caravana.

-¿Es el que no atastes ayer porque no tenías soga?

-Sí ¿cómo lo sabe?

-No importa. Ve y haz como que lo desatas, si no va a creer que siguen atado. Y si lo sigue creyendo no caminará.

Este cuento ilustra de que forma los límites no los impone la realidad, sino nuestras propias creencias. Somos como el camello, atados sin cuerda a nuestra mente.

Desconozco el autor

Foto: Amolife.com



EL JOVEN Y EL SABIO

Un joven fue a ver un sabio cierto día y le preguntó: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio? El sabio no contestó. El joven, después de haber repetido su pregunta cierto número de veces con parecido resultado, lo dejó y volvió al siguiente día con la misma demanda. No obtuvo tampoco contestación alguna, y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio?

Finalmente el sabio lo atendió y se dirigió a un río que por allí corría.
Entró en el agua llevando al joven de la mano. Cuando alcanzaron cierta profundidad, el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua, a pesar de sus esfuerzos para desasirse de él.
Al fin lo dejó salir, y cuando el joven hubo recuperado el aliento, el sabio interrogó:

- Hijo mío, cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?
Sin vacilar contestó el joven: aire, quería aire.
- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, placeres, poder o amor? ¿No pensaste en ninguna de esas cosas?
- No señor, deseaba aire y solo pensaba en el aire que me faltaba - fue la inmediata respuesta.
- Entonces - dijo el sabio - , para convertirte en un sabio debes desear la sabiduría con la misma intensidad conque deseabas el aire. Debes luchar por ella y excluir todo otro fin de tu vida. Debe ser tu sola y única aspiración, día y noche. Si buscas la sabiduría con ese fervor, seguramente te convertirás en un sabio.

Desconozco el autor

Foto: the best photo sever

2 comentarios:

ANA MARÍA MANCEDA dijo...

Vic, Excelentes los textos que envías,son un remanso para el alma. Ana María

VIC de Ávila dijo...

;-)
me encanta que te encante...
Bss. V

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